En el artículo “¡No hay derecho!”decís que, incluso entre los católicos, el aborto
alcanza una aprobación del 60%. Sin embargo, en los debates públicos
sobre el tema, los representantes de la Iglesia y organizaciones
católicas, tildan de “asesinas” a las mujeres que están a favor del
derecho al aborto, obstaculizando la discusión
Es que la pregunta “¿a favor en contra del aborto?” excluye toda
reflexión y elude la complejidad del tema. Lo que tendríamos que debatir
es el derecho a que esa experiencia no tenga que atravesarse en la
clandestinidad. En el transcurso de la historia, desde tiempos
inmemoriales, las mujeres interrumpieron voluntariamente sus embarazos,
de múltiples maneras, aun sabiendo que ponían en riesgo su propia vida.
Eso es así porque las que no eligieron ser madres, cuando quedan
embarazadas, pasan por la decisión de abortar o no y muchas de ellas,
abortan. Por eso, tenemos que cambiar la pregunta “¿a favor o en contra
del aborto?”, porque el aborto ¡es un hecho y nuestra opinión sobre el
mismo, no evita que el hecho exista! Sucede. Puede haber instituciones y
personas a favor o en contra, pero el aborto es un hecho innegable
porque cuando las mujeres no desean o no pueden seguir adelante con un
embarazo, no se atienen a principios, ni a códigos ni a instituciones
jurídicas, políticas o religiosas.
Refiriéndote a esto, decías, en una oportunidad que, de la
misma manera que una mujer embarazada tiene que enfrentar la encrucijada
de abortar o no, sobre un hecho ya consumado, el Estado y sus
instituciones tienen que abordar la problemática del aborto también
sobre un hecho consumado
Claro, fijate que el aborto en Argentina, como en algunos otros
países, es un delito penal y, sin embargo, las mujeres abortan igual.
Para la Iglesia es un pecado y, sin embargo, las católicas abortan
igual. Por lo tanto, la pregunta que debiéramos formularnos es “¿a favor
o en contra de la legalización del aborto?” Mientras siga siendo
ilegal, seguirán muriendo mujeres por las consecuencias de abortos
clandestinos practicados en condiciones insalubres que provocan
infecciones, hemorragias, perforaciones uterinas... Lo que tenemos que
debatir, entonces, es el derecho de las mujeres a no morir en la
experiencia del aborto y a que la libertad de elección sobre su propio
cuerpo no sea una opción clandestina. Hay una consigna que lo sintetiza
bien: “estar en contra del aborto no es estar a favor de la vida, sino a
favor del aborto clandestino.”
La filósofa Laura Klein que escribió el polémico libro Fornicar y Matar, sobre el tema del aborto, plantea que no se puede hablar del aborto sin hablar del embarazo
Sí, creo que es importante debatir qué es la maternidad, no en
términos estrictamente biológicos, sino qué valores se le adjudican en
nuestra sociedad. ¿A qué intereses responde esa construcción ideológica,
cultural, de la maternidad? Y cuestionarse esto, ineludiblemente,
conduce a pensar la situación social de las mujeres: los estereotipos
inculcados, los destinos prefijados según las normas, el por qué de las
violaciones, la mercantilización de nuestros cuerpos, etc. Creo que en
una sociedad liberada de todas las formas de explotación y opresión que
existen hoy, abortar no será una experiencia trágica ¡o será una
decisión en vías de extinción!, porque no existirán las fallas de los
anticonceptivos, ni la imposibilidad de acceso a los mismos, ni la
violencia contra las mujeres, ni el mandato social de que sólo se es una
verdadera mujer cuando se es madre. Entonces, ser madre será
verdaderamente una libre elección. Y no serlo, también será una
posibilidad elegida con plena libertad.
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