8/12/11

Un paso importante de la lucha de las personas trans

El pasado 30 de noviembre –con 167 votos a favor, 17 en contra, 7 abstenciones y 65 ausencias-, la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto 8126 de Ley de Identidad de Género. El año próximo, la misma debe ser tratada en el Senado, para su aprobación definitiva.

Algo más que un DNI

El proyecto reconoce el derecho a que todas las personas sean tratadas de acuerdo a su identidad de género. Esto significa que las personas trans podrán registrarse con nombre de pila, imagen y sexo que concuerden con su identidad de género, en todos los documentos que acreditan su identidad, incluyendo la partida de nacimiento. Para hacer este registro, deberán ser mayores de 18 años y no necesitarán acreditar intervención quirúrgica genital ni terapias hormonales u otros tratamientos psicológicos o médicos; aunque la ley, también incluye el acceso a estas intervenciones y tratamientos en el sistema de salud (estatal y privado), sin necesidad de requerir autorización judicial o administrativa previa, con el sólo consentimiento de quien lo solicita.
Este proyecto, surgido del intercambio, la reflexión y el trabajo de militantes del colectivo Frente Nacional por la Ley de Identidad –y luego consensuado con otros proyectos similares-, tiene el mérito de enfrentar la patologización, la criminalización, la judicialización y la estigmatización de las identidades trans. Como señalaba Diana Sacayán –una de las mentoras de este proyecto-, en el diario Página/12:“Una ley de identidad de género no me va a cambiar la vida. Pero sí va a ser una bisagra para reclamar otros derechos de los cuales nosotrxs no gozamos.” Por eso, una de las preocupaciones fundamentales era que el mismo proyecto que plantea el registro identitario, incluyera también la atención en salud. Algo fundamental para una población cuyo promedio de vida no supera los 30 años, siendo las principales causas de muerte los asesinatos y las consecuencias de las cirugías y tratamientos clandestinos, como la aplicación de siliconas para uso industrial.
Expulsadas de sus familias, desde muy pequeñas; expulsadas de las instituciones educativas por la violencia de la que son víctimas; sometidas, en la calle, a la represión policial diariamente; incluso, a veces, expulsadas literalmente de sus pueblos y ciudades de origen para enviarlas “lo más lejos posible” como si se tratara de “manzanas podridas”; sin haber tenido derecho a la educación, ni al trabajo, sin atreverse a entrar a un hospital para hacer una consulta médica que las exponga al escarnio y la discriminación... éstos son algunos de los relatos de vida que se repiten en boca de las personas trans. Que tengan una expectativa de vida tan corta, sólo puede explicarse por esta discriminación, esta marginación y las humillaciones a que son sometidas, condenadas a prostituirse para sobrevivir –y expuestas a la violencia de ocasionales clientes, pero especialmente de las fuerzas represivas-, cuando los índices de desocupación de la comunidad trans llegan casi al 100%.

La hipocresía mata

Mientras se daba la media sanción a la ley, la ministra de Seguridad anunciaba el derecho del personal de las fuerzas de seguridad a vestir el uniforme según su identidad de género. ¡Cuánta hipocresía en el mismo seno de las instituciones que son las que reprimen, persiguen, extorsionan, encarcelan, violan y matan impunemente a las personas trans! Ahora, ellas y ellos podrán ingresar a la policía vistiendo el uniforme acorde a su identidad... ¿y qué harán, en las calles, cuando sus “compañeros” de armas, saquen a relucir la transfobia, la misoginia, la homofobia, la xenofobia y el racismo que asesina a personas trans, en situación de prostitución, a inmigrantes?
Por más “cursos de derechos humanos” que la ministra pretenda implementar en las fuerzas creadas para la defensa de la propiedad privada y la represión, ya sabemos cómo terminan las personas LGTB que pretenden “salir del clóset” entre sus filas. Fue este mismo año (¡no hace décadas!), cuando el prefecto Octavio Romero sufrió golpes en la cabeza y murió ahogado pocos días después de anunciar que se casaría con su pareja, un taxista.
El Estado adopta una hipócrita posición de “tolerancia”, pero el mercado dispone... Y los créditos para algunos microemprendimientos y cooperativas, la capacitación gratuita en oficios, la inclusión laboral de unas pocas personas trans en dependencias estatales, el escaso ofrecimiento laboral de algunas empresas privadas incentivadas por el INADI, no alcanzan para solucionar el problema de la desocupación y que, aproximadamente el 90% de las personas trans recurra a la prostitución para garantizar su sobrevivencia.
Ni la ley de matrimonio igualitario, ni la ley de identidad de género por sí mismas podrán acabar de raíz con la homofobia y la transfobia que se cobra la vida, plagada de injurias, de las personas trans.
Sabemos que la lucha por arrancarle derechos al Estado es ineludible y allí decimos “¡Presente!”, pero sabiendo que la integración que propone el Estado a quienes, hasta hace pocos días, mantenía sometidos a la más humillante marginación, no cambia de raíz la vida real de miles de personas trans. Diana también decía “Nuestro deseo ideológico y profundo no se va a concretar con esta ley: nuestro deseo es ser libres.” Mientras el Estado nos presenta el camino de la integración “tolerante” como el único posible, sabemos que para que el deseo de Diana sea realidad, debemos luchar por liberar la sexualidad de las ataduras de un sistema que reprime y margina e integra, mercantilizando y normativizando nuestros deseos. La lucha por acabar con las normas que imponen que nos amoldemos a lo que los demás esperan de nosotros, por acabar con la represión de deseos y placeres que desafían a la moralina burguesa, es una lucha que nos concierne a todas y todos los que anhelamos la liberación de la humanidad de las cadenas que hoy nos oprimen, manteniendo el yugo de la explotación.
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* En mayo de este año, cuando el Frente Nacional por la Ley de Identidad presentó el proyecto en conferencia de prensa, nuestros compañeros Christian Castillo, candidato a vicepresidente por el Frente de Izquierda y Andrea D’Atri, candidata a diputada apoyaron esta iniciativa señalando que “El Partido de los Trabajadores Socialistas ha compartido esta lucha, desde hace muchos años, con numerosas organizaciones del movimiento LGTB. Desde nuestra perspectiva que lucha por una sociedad totalmente liberada de las cadenas de la explotación y de todas las formas de opresión, hemos compartido la pelea contra los códigos contravencionales, por el cese a la persecución policial y judicial a las personas trans y, el año pasado, hemos impulsado la movilización por la aprobación de la ley de matrimonio igualitario. Hoy, acompañamos y hacemos nuestra también la exigencia de la aprobación inmediata de la Ley de Identidad de Género que uds promueven. ¡LEY DE IDENTIDAD DE GÉNERO YA!”
Con muchas de las compañeras y compañeros que estaban presentes en esa conferencia de prensa, habíamos estado enfrentando la represión policial, codo a codo, en innumerables ocasiones. También apoyamos la participación de las compañeras trans en los Encuentros Nacionales de Mujeres, cuando algunos sectores les negaban este derecho. Nuestros locales estuvieron a disposición de las compañeras y compañeros del movimiento LGTB cuando necesitaron contar con espacio para sus reuniones. Y escrachamos juntos a la Iglesia oscurantista en numerosas ocasiones.
Cuando se presentó el proyecto de ley, en mayo de este año, dijimos que poníamos “esta tribuna electoral a disposición de la difusión de dicho proyecto, como siempre lo hemos hecho con las justas demandas democráticas como el matrimonio igualitario o el derecho al aborto libre y gratuito.” Y así lo hicimos, junto con la destacada campaña de nuestro compañero Julio Rovelli, militante LGTB, el único candidato cuyos afiches decían abiertamente: “¡Basta de discriminación! Derecho a la identidad de género YA. Separación de la Iglesia del Estado.” Lo mismo, señalamos en cada oportunidad que se nos presentó de divulgar nuestras ideas, nuestras propuestas y programa. Como todos los años, esta vez junto a más de 300 compañeras y compañeros de la Juventud del PTS, participamos en la marcha del Orgullo, donde también hicimos nuestra la consigna “Sin demora, identidad ¡AHORA!”

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