7/2/04

Código Rosa

La activista norteamericana Medea Benjamín cerró el debate sobre "Militarización y Guerra" del III° FSM en Brasil. Allí comentó que en su país se está organizando un inmenso movimiento de masas contra la guerra y que, prueba de eso son las 500.000 personas que marcharon en Washington a principios de enero.
Medea es una de las voceras de Code Pink (Código Rosa), una coalición de agrupaciones de mujeres en contra de la guerra que permanece en vigilia por la paz frente a la Casa Blanca. Esta protesta, iniciada el 17 de noviembre pasado, culminará el 8 de marzo de este año, en el Día Internacional de la Mujer, con una masiva movilización.
"Llamamos a las mujeres del mundo a levantarse y oponerse a la guerra en Irak. (...). Nuestros líderes nos dicen que podemos disponer fácilmente de centenares de billones de dólares para esta guerra. Pero en los EE.UU., muchos de nuestros ancianos que han trabajado duro toda su vida, ahora deben elegir entre comprar sus medicamentos o su comida. (...). Un vasto número de mujeres y niños viven en la pobreza. Si no podemos suministrar atención en salud, calidad en la educación y calidad de vida, ¿cómo podemos despilfarrar nuestros recursos atacando a un país que no significa una amenaza inmediata para nosotros? (...). En Irak, actualmente, un niño con cáncer no puede tener consuelo a su dolor ni medicamentos, por las sanciones. La diarrea infantil volvió a ser el mayor asesino: aproximadamente 500.000 niños mueren por suministros inadecuados de atención médica, agua y comida, debido a las sanciones. ¿Cuántos más morirán si las bombas caen sobre Bagdad o comienza el ataque terrestre? (...). Nosotras, cuyos hijos tienen abrigo, no consentiremos este asesinato. No consentiremos el asesinato de sus madres, abuelas, padres, abuelos o las muertes de nuestros propios hijos e hijas en una guerra por el petróleo. Amamos a nuestro país, pero no nos envolveremos en los colores rojo, blanco y azul. Por el contrario, anunciamos el alerta Código Rosa: significando el peligro extremo de todos nuestros valores de nutrición, cuidado y compasión por las mujeres y hombres que amamos. Elegimos el color de las rosas, por la belleza que, como el pan, es alimento para la vida; el color del amanecer de una nueva era en la que la cooperación y la negociación prevalezcan sobre la fuerza."
Con palabras como éstas, las mujeres movilizadas oponen su Código Rosa al Código Rojo con el que Bush se prepara para atacar a Irak. En noviembre del año pasado, declaraban: "Somos las madres, esposas e hijas de los que serán asesinados por petróleo."1
Kristi Laughlin, activista de derechos humanos de la ciudad de San Francisco también estaba en Washington protestando. Había viajado en junio del 2002 a Afganistán para ver con sus propios ojos las consecuencias del bombardeo de las Naciones Unidas. Declaró que Kabul parecía un sitio de excavaciones arqueológicas, más que una ciudad: "Ver dónde va nuestro dinero y el resultado final de nuestra producción y distribución de armas fue para mí una grave realidad."2
La pacifista Kathy Kelly, después de haber pasado nueve meses en una prisión de alta seguridad norteamericana por haber plantado maíz en un silo de misiles nucleares, viajó a Irak con un grupo de militantes antibélicos. Actualmente es buscada por el gobierno de los EE.UU., ya que está prohibido para los ciudadanos norteamericanos permanecer en Bagdad. También los familiares de las víctimas de las Torres Gemelas organizaron una comisión que viajó a Irak para decir que están en contra de la guerra y que no apoyan la posición de su país.
Nuevamente, como sucedió durante la guerra de Vietnam, las mujeres –en su mayoría feministas- junto a los jóvenes estudiantes son parte fundamental de este movimiento pacifista que empieza a extenderse en el corazón del imperialismo agresor.

1 The Washington Post; 18/11/02
2 íd.

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