27/2/03

Cuando el abuso se pretende derecho de pernada

El abogado salteño Simón Hoyos ya había pasado por los tribunales, en dos ocasiones, por delitos sexuales. En una de las causas fue sobreseído; la otra, directamente, no prosperó.
Hoy, cuando el escándalo y el horror de haberlo encontrado en un hotel alojamiento con una niña de 8 años sacuden al país, las denuncias en su contra de otras jóvenes y mujeres adultas que han sido sus víctimas en la niñez o la adolescencia, se multiplican.


"Está mal que haga eso, pero es el patrón"

Una mujer de 34 años denunció que Hoyos la violó a la edad de 9 años y abusó de ella hasta los 13, cuando quedó embarazada. Una hermana de la pequeña abusada recientemente, relató también ante la Justicia cómo fue violada por el patrón a los 14 años, por primera vez, y cómo el abuso se repitió en innumerables ocasiones. Mientras tanto, otra ex – empleada del abogado relató que tuvo que renunciar a su trabajo frente al acoso permanente que el patrón ejercía sobre su hija, la que ahora se presume fue violada a los 12 años.
La madre de una de las víctimas denunció que sus compañeros de trabajo, en la finca tabacalera de Hoyos, sabían lo que había sucedido, pero nadie quería hablar por temor. El mismo capataz le habría sugerido: "Tené cuidado, el doctor es muy poderoso. Está mal que haga eso, pero es el patrón"2. En su relato agrega: "el capataz me inculcaba que los que jodían mucho terminaban en el horno de la calera. Yo temorizo hasta hoy, porque ése no era rumor, era verdad. Porque hay varios desaparecidos allí."3
Todas las historias de abusos cometidos por el abogado salteño se inscriben bajo las mismas características: relaciones laborales, pobreza, temor, amenazas.
Mujeres solas, esclavizadas en la recolección del tabaco, en las tareas domésticas, acostumbradas a la humillación y al silencio a fuerza de amenazas terroríficas y con el horizonte de la pobreza, el hambre o directamente el asesinato mafioso y la desaparición, son las involuntarias protagonistas de estos hechos que hoy nos escandalizan, pero que no dejan de ser lamentablemente cotidianos en el transcurrir de sus vidas privadas.
Del otro lado, Hoyos, un hombre del poder. Un profesional que tiene fincas, caleras, se dedica al cultivo del tabaco y tiene relaciones con políticos y otros personajes de la burguesía salteña. Relaciones que le permitieron seguir delinquiendo con total impunidad, sin que nadie tuviera en cuenta las denuncias por violación y estupro que pesaban en su contra desde 1982. Un empresario también habituado a la explotación del trabajo infantil, a la humillación y el castigo físico de los trabajadores.
"Está mal que haga eso, pero es el patrón", es una frase que resume crudamente las formas violentas que adquiere la relación entre la clase y el género si tenemos en cuenta que estas niñas hijas de trabajadoras rurales o domésticas son, junto a sus propias madres, las víctimas de un empresario, terrateniente que explota, abusa física y psicológicamente y puede violar impunemente gracias a su status social. Un hombre de la patronal salteña que se refirió a sus víctimas con desprecio y manifestando sorpresa por tanta preocupación, si después de todo sólo se trataba de "chinitas"4.

El silencio de las inocentes

No todos los casos tienen la resonancia que tuvo el caso Hoyos. La mayoría de las veces, el abuso sexual infantil transcurre en el silencio más absoluto. Según indicadores internacionales, el 95% de los abusadores infantiles fueron abusados durante su niñez, el 80% de los/as niños/as que se fugan de sus casas citan al abuso como causa de su fuga.5
La psicóloga Liliana Pauluzzi, especialista en abuso infantil señala: "Cuando la infancia, etapa fundacional para una posterior salud adulta, es cercenada desde todo punto de vista por las condiciones de precariedad en la cual se desarrolla, victimizada material, emocional, física y sexualmente, los resultados son múltiples y diversos en cuanto al daño psíquico de la criatura humana."6
Las respuestas también varían según el género de la víctima, "mientras en los hombres las consecuencias del maltrato vivido en la infancia van a proyectarse hacia afuera, en las mujeres, las graves injusticias y agresiones infligidas en la infancia, tendrán otro destino en el futuro, dada la imposibilidad de defenderse y articular su rabia y su dolor, estas experiencias no podrán ser integradas en su personalidad y la hostilidad conciente o inconsciente se dirigirá contra sí misma, bien contra su cuerpo (somatizaciones crónicas, dipsomanías, drogadicciones, comer compulsivo o falta de apetito etc.) o hacia quienes consideran parte de ella misma, su descendencia."7
No querer ver, permanecer callados frente al horror del abuso infantil es otra forma de revictimizar a las inocentes víctimas de una sociedad basada en la explotación de todas las desigualdades.

1 Derecho que se atribuían los señores feudales de abusar sexualmente de las mujeres de su territorio a punto de casarse, antes que tuviera relaciones sexuales con el futuro marido.
2 Diario Página 12
3 Id.
4 Diario Página 12; 16/02/03; "Para las chinitas sólo hay Hoyos"
5 Fondo Mundial para la Dignidad de Niños y Niñas
6 Pauluzzi, L.: "Salud, pobreza, infancia y mujeres", publicado en www.isabelmonzon.com.ar
7 Id.


Publicado en La Verdad Obrera Nº 116

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