Presentación del libro Los '90. Fin de ciclo. El retorno de la contradicción, compilación de José Henríquez publicado por la editorial Final Abierto, Facultad de Filosofía y Letras, 2007
Final abierto parece una contradicción si entendemos que el final es un límite, un cierre. Sin embargo, no sólo en la literatura o en el cine hay finales abiertos, sino que la vida misma transcurre por carriles cuyo destino no está predeterminado de antemano.
Esto no significa que cualquier cosa puede suceder de manera azarosa e incomprensible, como si la historia fuera una sucesión de acontecimientos y situaciones... pero sí significa que en ese rumbo, las masas, la clase obrera, el sujeto tiene reservado algún papel.
Final abierto lanza su primer libro con un título provocador. Por un lado habla de un ciclo que se cerró. Habla de un fin que no es abierto, que es el fin de la nueva década infame que fueron los 90. Pero también habla de que ese fin anuncia un nuevo período, un nuevo rumbo: el retorno a la contradicción.
Y esa contradicción se plantea desde el ángulo de la historia, de la sociología, del feminismo, de la producción literaria... se plantea la contradicción sobre la industria editorial y el mercado, la pobreza y los movimientos piqueteros, los nuevos gobiernos post-neoliberales en América Latina, el resurgimiento de la clase obrera, el guerrerismo imperialista y, lo que es el tema que trato en mi artículo, el movimiento de mujeres y el feminismo fundamentalmente latinoamericano.
Creo que, en este caso, los tiempos que insume la elaboración de un libro –incluyendo la edición, la impresión y la circulación- fueron mucho más lentos que los tiempos en que algunas cuestiones planteadas en estos textos ya se fueron develando, velozmente.
Si alguien señalaba que el gobierno de Kirchner postulaba a Cristina como candidata para preservarse de las futuras crisis y desgastes que le depararía un segundo mandato, no previó que iba a haber Skanska, la bolsa de Miceli, el asesinato de un maestro neuquino y el intento de asesinato de más 17 maestras santacruceñas... un año ya de la desaparición de Julio López y el escandaloso fraude electoral en Córdoba...
Si alguien señalaba que el futuro gobierno de Cristina vendría a mantener la fórmula de los salarios bajos con alta productividad para favorecer a los grandes empresarios, y que recurriría al discurso de una mayor institucionalidad de corte social-liberal, no previó que esto iba a quedar tan claro ya antes de ganar las elecciones y asumir la presidencia. Abrazándose con los empresarios de IDEA, con los del Council of Américas y con los inversores españoles asegurándoles que hacer negocios no es pecado.
Si alguien señalaba que el gobierno de Chávez tomaba un rumbo muy tibio pero aún incierto hacia el populismo nacionalista, no esperaba que en poco tiempo el verborrágico acusador de Míster Danger estuviera abrazado con el reaccionario presidente Uribe de Colombia prometiéndole mediar con las FARC, que avanzara velozmente hacia un régimen cada vez más bonapartista, con partido único, que intentara eliminar todo atisbo de democracia sindical y que hiciera una reforma constitucional a espaldas del pueblo que le otorga enormes poderes al jefe del poder ejecutivo, que sólo se someterá al plebiscito en el que las masas deberán pronunciarse por sí o por no sobre el conjunto del paquete.
El final de algunos de estos temas de los que habla este libro ya está cerrándose, pero abriendo nuevos interrogantes sobre cuál será la respuesta de las masas ante lo que se viene.
Mi artículo trata sobre el derrotero del movimiento feminista durante la década del 90, mayoritariamente fragmentado, cooptado, integrado, oenegizado. Y habla también de las contradicciones que generaron en gran parte del movimiento, las expectativas en los nuevos gobiernos post-neoliberales, subsumiendo nuevamente el movimiento de la calle al palacio.
Pero ya nadie puede esperar de Bachelet que gobierne a favor del pueblo y los derechos de las mujeres, mientras reprime y encarcela a centenares de jóvenes, trabajadoras y trabajadores, cada vez que salen a luchar. Mientras tanto en Venezuela se persigue a los médicos que practican abortos clandestinos, pero de legalización del aborto ni se habla. Y que nadie espere que las mujeres vayamos a estar mejor con una presidenta mujer en Argentina. Ni con la oficialista, ni con la opositora, que todas están en contra del derecho al aborto y todas están a favor de seguir manteniendo el trabajo precarizado y los bajos salarios que hacen que actualmente, en este país beneficiado por el crecimiento que le proveyeron los ritmos de la economía internacional durante los últimos 4 años, aún hoy el 54% de las mujeres que trabajan lo hacen en negro.
Por eso termina planteando que “El feminismo se encuentra, nuevamente, ante una encrucijada. Un pensamiento, una práctica y una organización de las mujeres que pretenda plantearse la emancipación de toda opresión, necesariamente tendrá que incorporar la lucha contra el sistema capitalista, pero no para automarginarse mientras el mismo garantiza su permanencia y continuidad, sino para enfrentarlo y, sobre sus ruinas, construir una sociedad de verdadera igualdad y libertad.”
Y me pregunto “¿Pero podrá, asimismo, caminarse el camino de la unidad y la comprensión de que no habrá emancipación de las mujeres de esta barbarie en la que vivimos si no acabamos con este sistema que explota y oprime a millones, reproduciendo en su provecho al patriarcado –pero también los prejuicios homofóbicos, el racismo, la xenofobia, y un largo etcétera- para garantizar la división entre las propias filas de los explotados? Un fuerte movimiento de las mujeres deseosas de luchar por su emancipación, sin compromisos con el Estado, ni los gobiernos ni las instituciones que sostienen cotidianamente el funcionamiento del sistema capitalista, encontrará en las organizaciones combativas de la clase trabajadora –una clase, además, altamente “feminizada” como consecuencia de su propio desarrollo- un aliado indispensable. No será más fácil, pero siempre será más realista esforzarse en convencer al movimiento obrero de que es necesario romper con las divisiones que nos impone la moral patriarcal para enfrentar al capitalismo, que convencer a los gobiernos y las instituciones de la clase dominante de que la democracia es “más democrática” si nos conceden una cuota de poder para co-gestionar las políticas que fabrican 1.300 millones de pobres en el planeta, de los cuales, el 70% son mujeres y niñas.”
Porque el Final es Abierto, la historia reciente de lo acontecido durante la década del 90 no es fuente de desazón ni escepticismo. Yo termino diciendo “Que cada encrucijada de la historia, no nos haga desandar caminos, sino que nos encuentre preparadas con las lecciones del pasado, para disponernos a construir el futuro con más experiencia y no menos entusiasmo.”
Lo mismo podrían suscribir, me atrevo a decirlo, los otros autores que colaboraron en la concreción de este libro. Y también, como lo auguran los nombres tan sugestivos que José Henríque y los demás responsables de poner en pie este sello editorial han elegido para su primer libro y para la editorial misma, podría decirse que ellos también suscriben a esa idea... la historia no es pasado, sino lecciones para afrontar el futuro que aún conserva un final abierto.
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