22/6/06

¡Paraíso, ya!

Le pregunté al hijo de una compañera porqué, si sus padres eran ateos, él creía en dios. Y me contestó: “porque ustedes, los que no creen, son pocos ¡pero hay millones  de personas en el mundo que creen en dios!” Es verdad: son millones los que creen en dios, en la vida después de la muerte, en el paraíso y otras. Y son ideas que no compartimos los marxistas. ¿Por qué? ¿Y qué actitud debemos tener frente a este sentimiento de las mayorías? Estos son temas que vamos a desarrollar en LVO, invitándolos al debate.

La ciencia ha demostrado que las especies que habitan el planeta, incluyendo a los seres humanos, han evolucionado a lo largo de millones de años a partir de la materia inorgánica.
Estos descubrimientos científicos, que no son un invento de los marxistas, dejan atrás las ideas de que dios creó al mundo en seis días y que en el séptimo descansó o que la mujer fue creada con una costilla de Adán y cosas parecidas. Para el marxismo, el universo es materia en movimiento y las ideas están determinadas por este movimiento de la materia. Dicho en palabras de Marx: “todas las relaciones sociales y políticas, todas las concepciones teóricas que aparecen en la historia, sólo se explican por las condiciones de existencia materiales de la época en cuestión. No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino que, por el contrario, sus condiciones de existencia social determinan su conciencia.” Es por eso que, para los marxistas, también las religiones son producto de determinadas condiciones sociales de existencia. Podríamos decir que no creemos que dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza, sino que fueron los hombres los que, más bien, crearon a dios a imagen y semejanza de sus propias relaciones sociales.
Es que la humanidad enfrentada, en sus primeros tiempos, con las enormes fuerzas aterradoras de la naturaleza que desconocía y no podía dominar, fue formándose una explicación que apaciguara este “temor a lo desconocido”. Así surgieron las divinidades ligadas a las lluvias, los truenos, las cosechas... y estos mitos fueron  evolucionando, históricamente, hasta convertirse en las religiones actuales.
Lenin dice que las religiones, en la actualidad, cumplen un papel parecido. En vez de enfrentarse a las oscuras fuerzas de la naturaleza, los proletarios de hoy se enfrentan a
las oscuras fuerzas irracionales del capitalismo.
Dice Lenin: “La raíz más profunda de la religión en nuestros tiempos es la opresión social de las masas trabajadoras, su aparente impotencia total frente a las fuerzas ciegas del capitalismo, que cada día, cada hora causa a los trabajadores sufrimientos y martirios mil veces más horrorosos y salvajes que cualquier acontecimiento extraordinario, como las guerras, los terremotos, etc. El miedo creó a los dioses. El miedo a la fuerza ciega del capital –ciega porque no puede ser prevista por las masas del pueblo-, que a cada paso amenaza con aportar y aporta al proletario o al pequeño propietario la perdición, la ruina ‘inesperada’, ‘repentina’, ‘casual’, convirtiéndolo en mendigo, en indigente, arrojándole a la prostitución, acarreándole la muerte por hambre: he ahí la raíz de la religión contemporánea” Por eso, los revolucionarios sostenemos que ningún libro enseñará a las masas a renegar de la religión, si ellas mismas no aprenden a luchar unidas y organizadas, concientemente, contra la raíz de la religión; es decir, contra el dominio capitalista, contra este sistema de explotación  de una clase por otra.

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