La violencia contras las mujeres no cesa; más bien escala a un nivel insoportable, cobrándose la vida de una mujer cada 30 horas en Argentina. Y en el mismo momento en que una Melina o una Paola encuentran la muerte en manos de desconocidos, amigos, novios o ex parejas, otra mujer muere porque el Estado impide que la interrupción voluntaria de los embarazos se practique en los hospitales públicos.
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