Con este fallo, el tribunal pretende terminar con las interpretaciones a piacere del Código Penal que rige desde 1921, que hacía cada abogado y cada médico, impidiendo el acceso al aborto que, como está señalado en la ley, no es punible en estos casos. ¡Tuvo que pasar casi un siglo para que pongamos fin a tantas atrocidades cometidas contra la vida de mujeres y niñas abusadas, obligadas violentamente a una maternidad no deseada o empujadas a abortar clandestinamente poniendo en riesgo su salud y su vida! Un fallo oportuno que aparece cuando se está por cumplir el plazo que fijara el Comité de Derechos Humanos de la ONU para tomar medidas tendientes a eliminar los obstáculos que impedían el acceso al aborto no punible estipulado por ley. Al actuar de este modo, la Corte Suprema también le permite al gobierno distender la contradicción que existe entre las expectativas de vastos sectores en conseguir derechos democráticos, como el derecho al aborto y, por otro lado, su persistente negativa a avanzar en serio con la aprobación de un proyecto de ley en el Congreso.
Evidentemente, los casos contemplados bajo esta normativa son apenas un ínfimo porcentaje del medio millón de abortos que se practica cada año en Argentina, mayoritariamente realizados en condiciones deplorables, con graves consecuencias para la salud y riesgo de vida para las mujeres más pobres, aquellas que no pueden acceder a las clínicas privadas donde la “clandestinidad VIP” es un negocio de cuantiosas ganancias para médicos, funcionarios y policías.
Pero es una conquista, sin duda, de la pelea de miles de mujeres que por décadas venimos luchando por el derecho al aborto. De ninguna manera podemos aceptar que el gobierno pretenda utilizar este fallo de la Corte Suprema como el “techo” de nuestras aspiraciones, repitiendo que no tratarán la cuestión de fondo otro año más en el Congreso. Por el contrario, debemos redoblar esfuerzos para conseguir la legalización sin excepciones del aborto libre, seguro y gratuito. Porque tenemos derecho a decidir y porque no queremos ni una mujer muerta más por abortos clandestinos.
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Quién quiera oir que oiga
Apenas conocido el fallo de la Corte Suprema sobre el aborto no punible en casos de violación, el ministro de Justicia, Julio Alak, afirmó que la despenalización del aborto “no está en la agenda del Ejecutivo”, lo que podría ser la traducción de aquella promesa hecha por Cristina Kirchner en el Vaticano, antes de asumir su primer mandato, cuando le dijo al Papa que, bajo su gobierno, no se avanzaría en la legalización del aborto en Argentina.
Que el tema del aborto “no esté en la agenda del Ejecutivo”, sólo demuestra el desprecio flagrante por la vida de más de 300 “compañeras de género” -como le gusta decir a la presidenta-, que mueren cada año por las consecuencias del aborto clandestino. Como ya denunciamos el pasado 8 de marzo, esas vidas no están en su agenda... Son nuestras vidas, las de las mujeres trabajadoras que dejamos la vida en la fábrica, las mujeres pobres del conurbano que viajamos hacinadas en los trenes destruidos, las jóvenes que sólo podemos soñar con un contrato precario en un call-center que consume nuestra salud...
Mientras tanto, el kirchnerismo -incluyendo los sectores que están a favor de la legalización del aborto- se mantiene disciplinado a las órdenes que emanan de la Casa Rosada. Ya vimos a los diputados K en noviembre pasado, cuando no asistieron al debate de proyectos de ley que se trataban en la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados. Decían lo mismo: que la legalización del aborto “no está en la agenda de la presidenta”.
Este año, nuevamente la misma historia. “No está en la agenda”, “no está en la agenda”... Ya sabemos que 51 muertos no han sido razón suficiente para quitar la concesión de TBA a los inescrupulosos empresarios favorecidos por los subsidios estatales. Son casi 3 mil las mujeres que murieron por abortos clandestinos bajo los gobiernos kirchneristas. Ninguna de ellas es su hija, su hermana, su cuñada ni su amiga. Somos nosotras, las que no estamos en la agenda presidencial. ¿Hasta cuándo?
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A llorar a la IglesiaComo no podía ser de otra manera, para la Iglesia, que cubre con un manto de impunidad a los sacerdotes abusadores de menores, las violaciones son un “caso lamentable y triste” que, sin embargo, no justifica esta decisión del tribunal, según dijo el obispo José María Arancedo, que preside la Conferencia Episcopal.
En el resto de la población, sin embargo, la aprobación ha sido unánime. Con el fallo de la Corte Suprema, ya no hay más excusas para que las organizaciones de la Iglesia y la derecha interpongan recursos judiciales y otros arbitrios para la práctica de los abortos solicitados por una mujer que ha sido víctima de violación, ante un médico, sin que medie otra persona.
¡Fuera la Iglesia de nuestras vidas! Por la separación de la Iglesia y el Estado.
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