29/4/10

Matrimonios y algo más… II

A fines del año pasado, después de anunciarlo con bombos y platillos, el oficialismo evitó que se tratara la ley del “matrimonio gay” porque, según dijeron, arruinaría la visita de Cristina Kirchner al Vaticano. Nuevamente, el miércoles 28 de abril, se frustró la votación en Diputados. Para regocijo de derechistas y clericales que no querían avanzar con la ley, ésta vez, los kirchneristas y sus aliados “progresistas” no dieron quórum.

¿Qué pasó en el Congreso?

Todos los medios auguraban que el miércoles se votaría en Diputados el proyecto que permitiría el matrimonio entre personas del mismo sexo y que Néstor Kirchner estaría presente para dar quórum, aprobar la medida, ganar la votación y salir en la foto de los “progresistas”. Todos los “tejes y manejes” entre los bloques, que precedieron la jornada, iban en ese sentido. Sin embargo, a último momento, cuando los K y sus amigos vieron que, además del “matrimonio gay”, la oposición les colaba el tratamiento del impuesto al cheque, desistieron de bajar al recinto. Felipe Solá, en nombre de la oposición, le pidió al ultraoficialista Fellner que levante la sesión ante la falta de quórum, respetando a rajatabla los minutos de espera que establece el reglamento. Oficialistas y opositores se dieron la mano en una maniobra escandalosa: los K no querían tratar la reforma a la ley del cheque e, incluso, algunos diputados kirchneristas son reacios a apoyar el “matrimonio gay” por sus lazos con la Iglesia; del lado de la oposición, son muchos los que como Carrió, los macristas, el peronismo federal y otros, tienen estrechas relaciones con Bergoglio como para apoyar los derechos civiles de gays y lesbianas tan rechazados por la jerarquía católica y sabían que se iban a mostrar divididos ante las cámaras. Felipe Solá confesó que, de su bloque, sólo 5 de 30 diputados iban a votar a favor; mientras la diputada Gil Lozano, de la Coalición Cívica, aclaraba que su jefa Carrió iba a abstenerse porque, para ella, “el matrimonio es un sacramento”. ¡Ridículo y reaccionario argumento cuando se está tratando del matrimonio civil y no del religioso! La chupacirios de Carrió no quiere derechos para gays y lesbianas y quiere que la Iglesia decida sobre toda la población sea o no religiosa.
En medio del escándalo, los derechistas como Solá y la centroizquierda de Pino Solanas pretendieron quedarse con las banderas democráticas, echándole la culpa al kirchnerismo y a la centroizKierda de Sabbatella. Por otro lado, Vilma Ibarra –una de las impulsoras del proyecto, del bloque de Sabbatella- respondía a los periodistas con actuada inocencia que se había demorado ¡organizando los papeles que iba a leer en la sesión! Finalmente, éstos junto con el kirchnerismo redoblaron la maniobra y contrapropusieron debatir la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo el próximo miércoles, pero sin incluir ningún otro tema en la sesión, poniendo en aprietos a los opositores anti-K que dicen estar a favor del proyecto. Lo cierto es que ni a unos ni a otros les interesa verdaderamente que gays y lesbianas conquisten este derecho democrático. Demagógicamente, todos están intentando usar este debate sobre el “matrimonio gay” para anotarse un poroto y asestarle un golpe a los adversarios.
¡Debemos organizar un gran movimiento de lucha para conquistar igualdad ante la ley sin distinción de identidad u orientación sexual! Movilizándonos desde esta perspectiva, con independencia del Estado y los partidos del régimen, podremos arrancarle al Congreso la ley que hoy está en disputa.

Los obispos contraatacan

Antes de este escándalo pactado entre oficialistas y opositores, la Iglesia hizo de las suyas, enviando una carta a los diputados y diputadas donde les presentaban, sucintamente, los argumentos con los cuales se tenían que oponer al “matrimonio gay”. Entre otras “perlitas”, los curas arguyen que no se puede hacer “experimentos” con los niños que crecerían en hogares sin “un padre y una madre”, sometiéndolos a diversas “consecuencias negativas” que, obviamente, no están especificadas. El obispo Marino, presidente de la Comisión de Seguimiento Legislativo de la Conferencia Episcopal Argentina, termina su carta con un saludito mafioso: “Seguiremos con suma atención este debate de fundamental interés para la República. Esperando tenga a bien atender las motivaciones aquí expuestas en favor de la familia, del Bien Común y de nuestra sociedad, aprovecho la oportunidad para saludar a usted con toda cordialidad.”
Hoy, los archirreaccionarios de la Curia agradecidos a Carrió, los macristas, los kirchneristas y la centroizquierda. Una vez más, la Iglesia se inmiscuye en los derechos civiles… total, después de casi siete años de kirchnerismo y a pesar de algunos enfrentamientos de los K con el cardenal Bergoglio, los vínculos de la Iglesia con el Estado siguen intocables: bajo el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner los curas siguen recibiendo suculentos subsidios para su educación privada, salarios de casi 8 mil pesos para los obispos, plata para los seminarios y para viajar al Vaticano, además de exención de impuestos, tierras y propiedades.
Mientras los encubridores de abusadores y pedófilos, los que bendijeron y fueron partícipes de la sangrienta dictadura militar siguen entrometiéndose en nuestras vidas, nos “condenan al infierno” si somos gays o lesbianas, nos prohíben elegir libremente la maternidad y pretenden imponer sus creencias en la legislación civil, somos la clase trabajadora y el pueblo –de cualquier religión e, incluso, los que no creemos en dios- quienes pagamos sus salarios y subvencionamos a la Iglesia con el pago de los impuestos. Con nuestros millones en sus manos, los curas reaccionarios atacan la educación sexual, montan campañas contra el derecho al aborto y lanzan sus aullidos furiosos contra los derechos de las personas que no son heterosexuales.
Los partidos patronales oficialistas y opositores ya dieron sobradas muestras de que son incapaces de avanzar en la separación de la Iglesia del Estado. Esta relación, que se profundizó con la última dictadura militar, se mantuvo incólume bajo los gobiernos de peronistas, radicales, aliancistas y el propio kirchnerismo, quien durante casi siete años tuvo mayoría en el Congreso y no votó ni una sola ley que atacara los intereses de la Iglesia.
Por eso, insistimos en que sólo la movilización con independencia de estos partidos patronales puede arrancar nuestros derechos, exigiendo que el gobierno rompa relaciones con el Vaticano y encarcele a todos los curas abusadores y también a los vinculados con el genocidio; que se expropien las propiedades de la Iglesia y que se termine los subsidios a esa reaccionaria institución y la educación religiosa. ¡Fuera la Iglesia de nuestras vidas! Por la separación absoluta y definitiva de la Iglesia del Estado.

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Como ya lo señalamos anteriormente, los marxistas revolucionarios defendemos incondicionalmente la lucha por los derechos democráticos como la igualdad ante la ley de matrimonio civil para las parejas del mismo sexo.
Aun cuando consideramos que el Estado no debe inmiscuirse en las relaciones consentidas entre las personas y rechazamos la institución religiosa y burguesa del matrimonio –creada por las clases dominantes para garantizar la herencia de propiedades sólo a la descendencia considerada legítima por haber sido concebida bajo este contrato-, luchamos codo a codo con todas las personas oprimidas, discriminadas y excluidas de los derechos civiles, como el matrimonio, que hoy sólo se permite a las parejas heterosexuales.
Los marxistas revolucionarios luchamos contra todas las formas de opresión social y política –que además, mantienen divididos a los explotados, enfrentándonos por prejuicios sexistas, homofóbicos y xenófobos-, en el camino de la revolución socialista que liquide definitivamente este sistema de explotación y opresión.

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