Detrás de las ventanas del Hilton, el huracán es sólo una tormenta que arruina el paseo a Costa del Sol y obliga a cambiar el plan por unas compras en las exclusivas tiendas de Galerías
Detrás de las ventanas de la casa de gobierno, el huracán es un imprevisto que desbarata los cálculos presupuestarios anuales y obliga a rendir cuentas sin distinguir quién ha ganado las elecciones
Detrás de las ventanas de internet, en cualquier lugar del mundo, el huracán es sólo una mancha blanca que se mueve sobre el mapa de un país lejano
Detrás de las ventanas de esta colonia, el huracán es una preocupación que nos entristece y hablamos de él, pero no nos moja
Pero allá sabe a tragedia, a desapariciones, a cosechas perdidas, a casas destrozadas, a caminos cortados y puentes derruidos, a desesperanza.
El huracán, para la inmensa mayoría, es una catástrofe que no da tiempo a enterrar a los muertos.
Porque, en el capitalismo, también los huracanes son de clase
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